Andalucía generosa y solidaria

01 de noviembre de 2016

Autora: Carmen Gallego. Ex Conselleira de Pesca de la Xunta de Galicia

El pasado 25 de septiembre el Partido Popular con su candidato Alberto Núñez Feijoo ganaron con mayoría absoluta las elecciones autonómicas en Galicia. La tercera mayoría absoluta consecutiva de Núñez Feijoo y la más inesperada en las filas populares.

Desde luego en diciembre pasado nadie en el PP de Galicia daba un duro por este resultado electoral. Lo que ha ocurrido desde entonces facilitó el acceso de nuevo al gobierno de un candidato que se ha presentado con una estrategia mucho más humanizada a estas terceras elecciones.

Si alguien en el Partido Popular hace de este resultado electoral una lectura de amplia satisfacción ciudadana por la gestión de los sucesivos gobiernos de Núñez Feijoo errará en el diagnóstico. Feijoo ganó más por incomparecencia del contrario que por méritos propios.

La larga campaña electoral trufada de anuncios de la buena marcha de Galicia y de un perfil mucho más humano del candidato que convenientemente escondió las siglas del Partido Popular, con una campaña electoral de perfil bajo usando la “inestabilidad” del gobierno central para azuzar a los electores con el falso dilema de “o yo o el caos” o “si no tenemos mayoría absoluta va a pasar como en España y nadie podrá hacer gobierno”; ayudó al candidato a conseguir el objetivo de esconder la realidad y hacerle olvidar a los electores el grave sufrimiento infligido con la excusa de la crisis económica.

Ningún indicador económico o social es hoy mejor en Galicia que en el año 2009 cuando Núñez Feijoo llegó al gobierno. Ni el empleo, la precariedad, la pobreza, la sanidad o la educación públicas han mejorado y se cuentan por miles los jóvenes que emigran porque no tienen en mi tierra perspectivas de futuro.

Sin embargo, los errores en las decisiones de la mayoría de los grupos políticos de la oposición en Galicia, con candidatos conocidos por apenas la mitad del electorado, las erráticas campañas con mensajes poco claros y la sensación de que efectivamente había un candidato claro y reconocible frente a una amalgama de siglas hicieron que mucha gente optase por lo conocido.

La pesca y sus actividades vinculadas no escapan al mal resultado de los gobiernos Feijoo. También aquí los indicadores hablan de menor rentabilidad, menos personas empleadas. Ninguna estadística ha superado aún las ventas de pesca fresca de los años 2007, 2008 y 2009.

El ultimo episodio, que además ha coincidido en mi tierra con la campaña electoral, se ha saldado con bien para los pescadores gallegos gracias a la buena voluntad y solidaridad de los pescadores andaluces y de la administración pesquera de la Junta de Andalucía.

Esta generosidad ha permitido reabrir la pesquería de la anchoa en el Caladero Nacional Cantábrico Noroeste el 27 de septiembre, pesquería que se había cerrado el 18 de agosto (observen las fechas para comprender los “apuros” del gobierno Feijoo en plena campaña electoral).

Cierto es que eso no generará en Núñez Feijoo ningún gesto de agradecimiento, más bien seguirá empleando a diario en el Parlamento de Galicia palabras gruesas y cifras manipuladas contra el gobierno andaluz, aquel al que ha pedido reiteradamente en plena campaña electoral cuotas para ver si conseguía un puñado más de votos para consolidar su mayoría absoluta, después de reconocer, eso sí, que era consciente de lo mucho que había defraudado su gobierno al sector pesquero gallego.

Un sector pesquero que esta legislatura ha protestado no sólo en los despachos sino también en la calle de la forma más contundente que se recuerda en Galicia.

A la gran manifestación en contra de la pretendida Ley de Acuicultura ya comentada aquí en otra ocasión se han unido las manifestaciones y acampadas de la flota del cerco; la discriminación de la flota gallega en el reparto de cuotas con respecto al País Vasco con la complacencia del gobierno gallego; la escasez de cuotas de anchoa, jurel, caballa, merluza, etc.;  las dificultades de la gestión conjunta de la zona de Fisterra al Golfo de Cádiz;  las protestas contra el plan de gestión del Cantábrico-Noroeste; los distintos recursos judiciales que las Asociaciones de Pescadores y Armadores han tenido que presentar ante las imposiciones del gobierno central con el consentimiento o el silencio cómplice del gobierno gallego…

Con todo, lo peor es la falta de un proyecto político claro en quienes tienen la responsabilidad de afrontar el gobierno los próximos cuatro años. Y son años en los que habrá de ejecutarse la mayor parte del nuevo Fondo Europeo Marítimo Pesquero y preparar el futuro, si existiera, de los  nuevos fondos comunitarios.

Imprescindible, por tanto, tener trazado un objetivo claro de hacia dónde debe caminar el futuro de la pesca y actividades asociadas para poder plantear estrategias con el conjunto del sector pesquero y con las  administraciones estatal y europea.

Todo lo contrario a lo que acontece a diario, con una gestión paralizante y errática de la política pesquera, inventando sobre la marcha y poniendo parches a los errores cotidianos en cuestiones tan relevantes como la gestión de las cuotas, cierto es que muy ayudados por la irrelevancia en la que ha sumido el gobierno de España al departamento de pesca, que ha cambiado tanto de titulares en la legislatura de Rajoy que es imposible una interlocución serena.

Cómo me temo que estas situaciones se reproducirán en el gobierno que viene, a pesar de que mientras escribo este artículo medios afines al poder advierten al candidato Feijoo que debe cambiar varios de los miembros de su gobierno para satisfacer a la ciudadanía, digo alto y claro para que se me entienda, GRACIAS ANDALUCÍA por vuestra generosidad y solidaridad, sobre todo por anteponer los intereses de los pescadores y la pesca a los que legítimamente como gobierno de signo político distinto pudierais tener.