Odón de Buen explorará los futuros retos en investigación marina

30 de junio de 2022

Pablo Carrera
Director del Centro Oceanográfico de Vigo (IEO, CSIC)

El postulado que marcó la solicitud que en su día hiciera el promotor y primer director del Instituto Español de Oceanografía, Odón de Buen, en el año 1914, enfatizaba la necesidad de contar con medios navales para poder llevar a cabo las investigaciones que motivaron la creación del propio organismo. Esto es, el estudio de los procesos químicos, físicos y biológicos que condicionan las fluctuaciones de las poblaciones de peces y los problemas en las pesquerías asociadas.

Las necesidades de conocimiento futuro pasan por la incorporación de una nueva unidad que permita la exploración de las grandes llanuras abisales: las vastas extensiones que se encuentran más allá del talud continental. Una enorme extensión situada dentro de la Zona Exclusiva Económica (200 millas) que en un futuro podría aumentar de prosperar las iniciativas que al efecto se están debatiendo en la ONU y amparadas por la Convención sobre el Derecho del Mar (Montego Bay, 1982), que establecía que, si se proporcionase la necesaria información científica, geológica y técnica, la ZEE se podría incrementar.

Con esta perspectiva, la puesta de la quilla del nuevo Odón de Buen es un hito de suma importancia, ya que se inicia la cuenta atrás para que la capacidad de exploración de este territorio se pueda llevar a cabo con la tecnología oceanográfica más avanzada.

Características generales

Para ello, el Odón de Buen contará con una eslora total de 84,30 m y una manga de 17,80 m para un desplazamiento de aproximadamente 4.200 TRB, pasando a ser el buque oceanográfico más grande de España y que, además, podrá hacer investigaciones en todos los mares al tener clasificación polar 7.

Comprometido con el futuro, será un buque de gran eficiencia energética, al tener un sistema mixto de generación de electricidad, mediante gas o gasoil, y teniendo toda la propulsión de origen eléctrico.

Como laboratorio flotante, el Odón de Buen ofrece también más de 375 ㎡ de superficie para laboratorios de biología, física, de análisis, electrónico o de trabajo con muestras húmedas; 270 ㎡ en parque de pesca y salas auxiliares para investigaciones haliéuticas; 109 ㎡ en salas de control de equipamiento electrónico tales como sondas o procesado de datos, junto a salas de control de equipos científicos y comunicación (85 ㎡ ); y, finalmente, 109 ㎡ en talleres para preparación y mantenimiento de equipos científicos.

Todo ello combinado con una superficie en popa de 360 ㎡ para disposición de equipos, laboratorios auxiliares en contenedores o cualquier mejora que el futuro nos depare.

Para ello, esta cubierta tendrá múltiples fundamentos y sistemas de sujeción de contenedores, así como tomas auxiliares para todos los equipos que en ella se dispongan.

Como equipamiento científico, destaca su capacidad para caracterizar los ecosistemas marinos mediante equipos acústicos; para los casos de geología contará con dos sondas multihaz que permitirán sondear desde aguas someras hasta las mayores profundidades (11.000 m), así como un perfilador de fondos, lo que, en la práctica se traduce en una capacidad ilimitada para hacer mapas en 3D de los fondos marinos.

Además contará con un Vehículo Autónomo Submarino (AUV) con capacidad para descender hasta los 6.000 m que, además de otros sensores, podrá también hacer cartografía de alta resolución de esos fondos. Para biología portará un sonar y una sonda multihaces, lo que permitirá hacer estudios tridimensionales de la forma de los bancos de peces, así como una sonda wide-broad band que permitirá tipificar y caracterizar esos bancos e incluso la identificación de las especies.

No son los únicos elementos de gran precisión con los que será dotado el buque. Destacará además por su posicionamiento dinámico, capaz de dejar el buque estacionario, sin movimiento, lo que permitirá tomar muestras de fondos o perfiles de la columna de agua sin que el equipamiento científico sufra por los movimientos a los que se podría ver sometido el buque por la acción combinada de viento y corrientes.

El buque, en definitiva, será portador del conocimiento adquirido tanto en la construcción naval, donde España y más concretamente Vigo concentra la mayoría de las construcciones a nivel internacional de este tipo de buques, como de los avances tecnológicos en equipamiento científico, contando con una nueva generación de sensores y equipos, más potentes, con mayor sensibilidad y capacidad de registrar datos.

El buque no deja atrás un aspecto fundamental en la construcción naval del siglo XXI como es el confort a bordo, pues no debemos olvidar que el buque tiene autonomía para más de 45 días, lo que obliga a realizar un esfuerzo adicional para que las condiciones de habitabilidad sean lo más confortables posibles, disponiendo el buque de espacios de uso común (locales de vida), gimnasio, salas de reuniones, sala de juegos o biblioteca.